6 de mayo de 2011

No sé qué es lo que me atrae más de ti.

“Veo como escribes y me miras entre sensual y sonriente; mientras escucho el suave trazo de tu pluma al ser deslizada en el cuaderno que traes entre las manos y cubre tu pecho desnudo. Tu sonrisa me provoca. Quiero que sea sólo mía y que esboce unos cuantos besos para entretenernos un rato. Y qué decir de tus bragas... un suave toque y los conejitos se deslizarían, quizás asustados, entre tus piernas para revelar a un conejo aún mayor; un conejo, que aunque no es de chocolate, tiene ganas de ser comido, de que una lengua lo derrita y lo destace en pequeños trozos de placer.
Lentamente mueves un poco el cabello que te estorba para escribir lo que sea que te inspiro, porque eso me dejas entrever cada que posas sobre mis vellos tu provocadora mirada. Quizás tú estés pensando lo mismo que yo. Quizás y quieres que no sólo la tinta sea la que se corre sobre tu piel, la que te mancha y te mancilla. Quizás y quieres que escribamos juntos algo o que recitemos un orgasmo juntos. Quizás y lo que quieres es escribir encima mío.
Pero, por ahora, me tengo que conformar con que lo único nuestro que se toca sean las miradas; tan violentas se hacen el amor y cada uno pierde la concentración en el otro imaginando tan bellos panoramas; como el que tendría de ti desnuda sobre mi cama.
Ésta semioscuridad, tan propicia para tantas cosas, para llenarla con nuestras propias luces o para fundirnos en una misma oscuridad. Ahora repasas tu lengua sobre tus finos labios, quizás lo haces por que no te gusta tener sólo un par mojados o quizás para compensar el fino sudor que cae gota a gota de tus pezones y que incitan a morderlos, a que sean las gotas de lluvia que recibo, una a una, con la boca abierta en medio de una noche semioscura de lluvia.
Qué propia, si me permites decirlo, te queda esa erótica desnudez tan tuya, como si tu piel fuera tu vestido más elegante, como si fueras una escritora que se pone un vestido de coctel para escribir o vivir su mejor obra. Esa desnudez, tu gargantilla imaginaria de deseo y tu onírico taconeo mientras te conduzco hacia el sueño en el que te desgarro lo ya desvestido y tu ligeramente haces como que te niegas mientras e involuntariamente abres poco a poco las piernas y los labios esperando tu deseo… Me atraes. Sí, sin duda.
No sé qué me atrae más de ti. Que estés escribiendo éstas líneas, o que estés por escribir como te quito la pluma y te penetro muy suavemente con ella para que yo pueda tatuarte mi propia historia"

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