17 de mayo de 2011

Esperanza

Siendo un contacto supremo,
el de tus lágrimas de crisantemo,

me pregunto por qué lloras
en vez de reservarlo para bellas horas.

Deja que el silencio selle mi piel,
que en un beso se le impregne tu miel;

quiero sentir la fuerza que mueve a tu mundo,
llegar a tus pensamientos y aún más profundo.

El color desvanece en tu cara,
eres la muerte que por siempre tomara,

si la vida a mí volvería,
si al morder tu pezón cantaría...

El oscaso en el que éramos sólo un beso,
tu cuerpo entumecido como el yeso,

todo eso quedó tan atrás,
como tu ropa, en contacto veraz.

Ahora el crisantemo que cae de tus ojos,
me niega tras algunos despojos,

pero sonríes y tus besos distantes,
traspasaron mi pecho en unos instantes

me recorre en terciopelo todo tu tacto
y con la sangre de besos sellamos el pacto.

Tras un momento el cielo nocturno,
se nubla en el viaje a Saturno

y de nuestro ya rasgado ropaje
sólo queda en tus piernas encaje.

Conocí la vida en el tiempo eterno
al tocar tu piel de infame invierno.

Ahora vivo en ese momento sutil,
donde el amor rompe al marfil...

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