28 de abril de 2012

Un ligero recuerdo


Esperar tu llegada,
siempre puntual,
siempre solo,
solitario y solo.
Y mirar el reloj,
mirar al cielo 
por si éste se equivoca
y creer que todavía no llegas
que se le hizo tarde a tu puntualidad
que quieres aumentar mi expectativa;
cuando sé que no estás,
que no estarás
que nunca estuviste,
que te imaginé
teniéndote al lado mío.
Que nunca me perteneciste,
nunca pude pronunciar tu nombre,
nunca tampoco
toqué tu piel
o tu tersa mano, por una despedida.
Escuché tu voz
y vi tu sonrisa,
pero no pasan de vagos recuerdos,
cuando fumaba entre las nubes de un café.
Y ahora tomo consciencia,
ahora es buen momento para
saber que no fuiste más
que un sueño de ojos despiertos.
Un deseo de vagos anhelos,
y, de todo ello, 
un simple poema,
sin nombre
o título.
Un ligero recuerdo,
como quien recuerda el hubiera
y se imagina ese rostro,
el par de ojos oscuros
y el cuerpo—
el pecho
sobre el que nunca pude acostarme
el mismo que no pasó
de ser algo más,
que una solitaria creencia,
que un ligero deseo.