7 de julio de 2011

Fetiches

Sus manos eran las que habían llamado mi atención. Nacían por las mangas blancas de la camisa, que asomaban un reloj y unos vellos relajados. La forma en la que tomaba el cigarro, como si sólo estuviera encendido por la calidez con la que lo hacía y pudiera calar el humo al momento en el que sus manos suspiraban. Dedos largos, contrastando con las uñas cortas, el vello sobresalía sobre el dorso de las manos, en las falanges de los dedos, donde dos lunares adornanban como anillos el dedo índice y medio, y las cicatrices de cortes superficiales mejoraban aún más el conjunto.
Las dos manos, una sosteniendo el peso de las ideas y la cabeza, mientras y la otra juntaba con impaciencia los dedos en el pulgar, uno a uno y de regreso; índice, medio, anular, meñuique, anular, medio, indíce. Sus manos llamaban a mi cuerpo, quería que me tuviera entre sus manos con la suavidad con la que fumaba al cigarro, con la impaciencia con la que jugaba la mano derecha...
Dos suaves golpes con el pulgar bastaban para que la ceniza cayera lentamente del cigarro de forma reverencial, disfrutando que su caída haya sido producto de los movimientos hechos por tan fino par de manos. Y de vuelta el humo exhalado salía de su boca y se colaba entre la mano izquierda, acaricándola, sintiendo el suave terciopelo que era la piel y que lo recibía de forma referencial.
Terminé acercándome. La mano izquierda se deshizo de la colilla con un suave movimiento hacia afuera mientras y la mano derecha se extendía frente a mí, se extendió y se plegó junto con mi mano en reverencial saludo, pero no solté su mano.
No solte su mano mientras y nos conduje lentamente hacia la oscuridad, no solté su mano mientras y la dirigía hacia mi sexo para que advirtiera mis intenciones, no solté su mano mientras y me quitaba la ropa para que el par de manos pudieran mostrarme las maravillas que podrían hacer sobre mi cuerpo...

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